Sonificación de rayos X por Giorgio Sancristoforo
¡Un sintetizador de rayos X y el mundo de la Sonificación!
Giorgio Sancristoforo es un desarrollador de software y además posee una gran producción artística. Tan sólo durante el año anterior, Giorgio lanzó cuatro maravillosos instrumentos basados en software, que van desde tape studio psicodélico hasta un sintetizador impulsado por el sistema solar y un controlador MIDI virtual. Su más reciente creación es un ambicioso y peculiar sintetizador llamado “Radiotone”.
Aunque Radiotone no se encuentra a la venta, es un proyecto interesante al cual acudir en busca de inspiración. El blog estadounidense SIGNAL contactó a Sancristoforo para entender cómo es que funciona el instrumento y conocer su opinión de la sonificación, el proceso de conversión de los datos en sonido del cual hablaremos más adelante. A pesar de que la perspectiva de Sancristoforo con respecto a la sonificación es una de tantas para abordar el tema, sus ideas son un excelente trampolín para que logres zambullirte en tus propios experimentos sonoros.
¿En qué consiste un Radiotono?
El Radiotono es una manifestación del antiguo y profundo interés de Sancristofono en la radiación. Su invención está directamente influenciada por los descubrimientos del químico británico William Crookes y del físico alemán Wilhelm Röntgen, sobretodo en su implementación en los tubos de vacío y los rayos X. En esencia el Radiotono se compone de cuatro elementos: la generación de alto voltaje, la generación de rayos X, la detección de rayos X y, por último, la síntesis de sonido. Todos juntos se fusionan para formar un aparato musical novedoso y expresivo. Cada parte se realiza a través de un proceso muy específico descrito con gran detalle en el sitio web del artista.
La sección de alto voltaje del Radiotone se genera mediante una máquina Wimshurst, un generador electrostático inventado entre 1880 y 1883 por el inventor británico James Wimshurst. Sin embargo, en lugar de generar una chispa eléctrica como suele ser habitual en los experimentos generales de la máquina de Wimshurst, Giorgio conectó las terminales de salida al tubo de Crookes, un tubo de descarga experimental de más de un siglo de antigüedad con vacío parcial inventado por William Crookes. En el interior del tubo, el campo eléctrico de los átomos de aluminio provoca una desaceleración de las partículas ya cargadas y, se obtiene como resultado la generación de rayos X.
Fotografía del generador de Wimshurst
Los rayos X se detectan con un contador Geiger de alta precisión de tipo militar, el Frieseke Hoepfner SV500. Los chasquidos producidos por el contador Geiger se recogen con un micrófono de bobina y se transmiten a Bela, la potente plataforma informática integrada para su sonificación. El componente de síntesis es un sintetizador FM polifónico impulsado por el ADN del artista, programado en Pure Data. Se trata de una variante del mismo algoritmo que Giorgio utilizó en su instalación “Thannhäuser Gate”. Los clics del contador Geiger realizan dos funciones en el motor de síntesis: una de ellas es disparar el sonido, mientras la otra consiste en mutarlo con el tiempo. Por último, el sonido pasa por el excelente pedal Microcosm de Hologram Devices para su dulcificación general.
El arte de la Sonificación
Para quienes no están familiarizados con el término, tanto en el ámbito creativo, el medio audiovisual y el campo científico, la Sonificación es una disciplina en pleno desarrollo y es la hermana de la visualización de datos. Es el punto de inflexión entre la representación científica y la creación artística sonora, pues es la multidisciplina que hace uso del la conversión del sonido con el fin de procesar, visualizar e interpretar datos o procesos, en lugar de recurrir a la forma tradicional de visualización gráfica o numérica de la información . Y es que, con la representación sonora, puede facilitarse la comunicación e interpretación de big data, datos a gran escala recogidos durante largos periodos de tiempo y así obtener como resultado una composición sonora bastante atractiva para el oído humano donde se detecten patrones o singularidades que de otra forma resultarían indetectables. Las aplicaciones de la sonificación son muy diversas y pueden ir desde la detección de células cancerígenas en el cuerpo, comprender cómo se comportan los huracanes a partir de datos metereológicos, cuál es el sonido del sol o en el diseño de productos y procesos con los que interactuamos en nuestra vida cotidiana. En icad.org (Comunidad Internacional para la Visualización Auditiva) y en sonifyer.org puedes encontrar algunas aplicaciones.
Resulta que gran parte del trabajo de Giorgio Sancristoforo gira en torno a este campo de una forma u otra (por ejemplo, el plugin Data Player de Gleetchlab X es una forma fantástica de crear sonido a partir de cualquier archivo del ordenador). Debido a que este proyecto plantea ciertas cuestiones importantes sobre el uso de datos como fuente de música y gracias a la exhaustiva exploración realizada por el artista, SIGNAL le formuló algunas preguntas.
Diagrama de Radiotono
Eldar Tagi: ¿Por qué crees que la sonificación es una forma importante para interactuar con los datos y/o el entorno?
Giorgio Sancristoforo: Creo que es la pregunta más importante que he respondido en una entrevista. La pregunta es así de importante porque ofrece la posibilidad de entender la naturaleza más íntima de mi trabajo.
Me considero una persona capaz de dar forma al sonido de la forma en que quiera. Realmente he pasado muchos años intentando conseguir un control absoluto sobre el sonido a través de todos los medios disponibles y, en particular, de la síntesis sonora y los lenguajes de programación (pero también como músico intérprete, por supuesto). Una vez alcanzada esta conciencia, empecé a aplicar el sonido a los fenómenos físicos en tiempo real. Y la razón es en realidad muy sencilla: Quiero escuchar el mundo. No hablo de paisajes sonoros en un sentido clásico, sino en el pitagórico. Como todos los músicos, he pasado décadas desarrollando una sensibilidad a los sonidos, por lo que el sonido es para mí un fenómeno cognitivo en un sentido muy amplio. La sonificación de los datos me permite utilizar la práctica de la escucha como una forma de conocer fenómenos en y alrededor de nosotros, que son ajenos al mundo de la música y la acústica. El sonido es mi instrumento para conocer el mundo.
Eldar Tagi: ¿Cómo tomas las decisiones musicales al sonificar cosas como la radiación o tu propio genoma? ¿Tu respuesta emocional a lo que se está sonificando juega un papel determinante en las decisiones musicales?
Giorgio Sancristoforo: Las emociones surgen en una fase posterior del proceso, cuando me convierto en oyente y espectador, cuando todo ha terminado y puedo observar lo que ocurre. Cuando la obra está terminada y puedo dedicarme a la contemplación, entonces vienen las emociones. Las decisiones musicales que tomo durante la creación no pueden estar motivadas por las emociones, porque si no me estaría engañando a mí mismo.
Te habrás dado cuenta de que siempre utilizo sonidos muy simples. Sinusoides y ruidos. De hecho, no utilizo nada más. Son herramientas puras y matemáticas. Si tengo que traducir el patrón de energías emitidas por una desintegración radiactiva (rayos gamma), utilizo una analogía acústica precisa utilizando ondas muy simples (tonos puros) a diferentes frecuencias. Esto no sólo es científicamente válido, sino que permite al oyente percibir realmente ese fenómeno físico que quiero presentar, sin que se vea engañado por opciones estéticas que harían perder esa sensación de coherencia, la honestidad que busco entre el fenómeno físico y su traducción en sonidos. Algunos artistas transforman los sonidos derivados de un experimento científico y añaden capas y capas de nuevos sonidos. Son elecciones musicales y estéticas que no tienen nada que ver con la ciencia. Es un método respetable, por supuesto, pero no es mi forma de trabajar.
Hablemos del genoma, por ejemplo. El ADN es un código, muy similar al código informático. En lugar de 1 y 0 tenemos 4 nucleótidos, por lo que no es un código binario sino cuaternario. Con grupos de tres nucleótidos (llamados codones) obtenemos los 64 aminoácidos del código genético (compartimos este código con todos los seres vivos de la Tierra). Las secuencias largas de aminoácidos forman las proteínas, que ahora podemos imaginar como el producto de software de las células (imaginemos que el ADN humano es su sistema operativo). Para transformar todo esto en sonido, necesitamos crear un sistema que lea este código cuaternario y organice el sonido en grupos de aminoácidos que formen una especie de proteína sonora. En otras palabras, los aminoácidos se convierten en datos para la síntesis del sonido. Un sonido se compone, pues, de varios bloques de aminoácidos que tienen funciones específicas: unos programan la frecuencia, otros la amplitud, otros la intensidad de la modulación. Evidentemente, los sonidos que utilizo son siempre sinusoides. Deben ser números simples, sonidos simples. Estos números no son fantasías, son datos reales. Mi dogma es no distorsionar nunca los datos.
Si generara timbres complejos desde el principio, el oyente se encontraría en un magma sonoro sin la posibilidad de escuchar lo que realmente ocurre. Por supuesto, el ADN no tiene un sonido, pero para poder crearlo, siempre es esencial es un sistema coherente. Si aplico mi algoritmo a su ADN, al mismo gen que estoy analizando, probablemente podríamos escuchar algunas diferencias dadas por las diferencias naturales (variaciones genéticas) y en consecuencia un obtener un sonido distinto.
Eldar Tagi: ¿Cuáles son tus ideas sobre la apreciación del material sonificado? ¿Al escuchar, el enfoque debería ser diferente al de la simple escucha de sonidos?
Giorgio Sancristoforo: Como mencioné desde un principio, mi propósito es tener la posibilidad de escuchar el mundo, ya sea el universo o nuestra biología, el microcosmos y el macrocosmos. Pero no se trata de meros “sonidos”, sino de sonidos organizados y, por tanto, sometidos a una forma compositiva. Recientemente, un ingeniero nuclear de la Universidad de Nuevo México tuvo la amabilidad de enviarme el sonido de un detector de neutrones durante la puesta en marcha de su reactor nuclear. Al principio sólo percibimos algunos clics, luego se convierten en una masa de ruido blanco cuando el reactor inicia las reacciones de fisión en cadena. La razón por la que aún no he utilizado este material es porque estoy dedicando tiempo a averiguar cómo puedo utilizar este hermoso sonido de manera artística. No quiero limitarme a meterlo en un DAW y ponerle efectos, quiero convertir esos clics en disparadores de un instrumento que nos hable en un lenguaje musical. No estoy reciclando un simple sonido (o unos datos), estoy haciendo un esfuerzo por comprenderlo.
Una cosa que evito es “utilizar” los sonidos y organizarlos a mi gusto. Esto traicionaría a la ciencia y a los científicos que amablemente se prestaron a mis experimentos. Lo que quiero hacer es dejar que los fenómenos físicos se organicen por sí mismos. En otras palabras, siempre tengo un enfoque generativo puro. Una máquina detecta los rayos cósmicos, una máquina los transforma en sonidos. Lo que crea la composición es la naturaleza. Si hay muchas reacciones nucleares en la atmósfera superior, el sonido se acelera y aumenta su intensidad. Quiero que sea el fenómeno y no mi estética la que cree un discurso con el oyente. Intento ser lo más transparente posible. Por supuesto, tengo que tomar algunas decisiones para no caer en la paradoja de John Cage. Pero lo importante es mantener la coherencia con la ciencia, dejando que la naturaleza cree la música (y subrayo lo de la música, no sólo los sonidos).
Repito una vez más que se trata de un enfoque pitagórico. Los antiguos griegos creían que el universo era una especie de inmensa composición musical, ordenada según leyes que podían descifrarse mediante las matemáticas. A través de las herramientas matemáticas y tecnológicas podemos escuchar esta “musica universalis“. Como saben, éste es también el pensamiento de Xenakis, el cual siento muy cercano.
Herramientas para la sonificación
A pesar de la fascinante naturaleza que envuelve a los experimentos de Giorgio Sancristoforo, de ninguna manera aconsejamos que los intentes en casa, ya que trabajar con la radiación requiere un conjunto de habilidades y conocimientos muy especializados. Sin embargo, si este artículo te inspira a sumergirte en el reino de la sonificación, hay algunas herramientas que podemos recomendar para empezar, y ya que nuestro mundo está lleno de maravillas, no hay escasez de cosas para explorar con la sonificación.
Todos sabemos que los ordenadores son excelentes para procesar grandes cantidades de datos, así que tiene sentido empezar nuestra lista de recomendaciones con software como Max/MSP o Pure Data. Ambas son soluciones igual de válidas, aunque cabe señalar que, al ser un software comercial, Max/MSP ofrece un soporte mucho mejor y en general, una interfaz con mayor fluidez para trabajar. Los tipos de datos que se pueden sondear con estos programas son aparentemente interminables, y funcionan bien con cosas extraídas directamente de la web y del mundo exterior por medio de sensores y microcontroladores.
Si la programación no te seduce, existen muchas otras formas de explorar este campo de forma más intuitiva con hardware dedicado. Por ejemplo, el Ether de Soma Laborotory es un dispositivo de bolsillo muy sensible que funciona con pilas y capta los campos electromagnéticos y la radiación de alta frecuencia. Basta con conectarle unos auriculares y apuntar a todo aquello que encontremos, además si se añade una grabadora de campo a la mezcla seremos capaces de captar el vasto universo de ruidos ocultos que nos rodea.
También hay que mencionar el Field Kit de Koma Elektronik como un gran dispositivo para la sonificación, gracias a que cuenta con interfaces de sensores analógicos y digitales dedicados. La belleza de esto es que puedes usar una gran diversidad de sensores con él, convirtiendo cosas como la humedad del aire, la temperatura, la cantidad de luz, la distancia entre objetos, la humedad de la piel y otros datos externos en señales de control de voltaje y de puerta/disparo. Hay algunos módulos en formato Eurorack que también serían muy útiles y divertidos en tu búsqueda de la sonificación del entorno. El Scion de Instruo te permite aceptar plantas, mascotas y otra materia orgánica como miembros de tu banda. El módulo traduce los datos biométricos en señales de tensión de control, y tiene unos cuantos trucos interesantes bajo la manga para que la salida sea muy utilizable en un contexto musical.
Para los que quieran mirar más hacia dentro, Soundmachines ofrece la Brain Interface tanto en forma modular como independiente. La unidad está diseñada para emparejarse con los auriculares NeuroSky MindWave EEG, y convierte ocho bandas de frecuencia de ondas cerebrales en señales de tensión de control y datos MIDI. Así, en lugar de reproducir música, puedes simplemente ser y la música te seguirá.
El Radiotone de Sancristoforo es ciertamente un instrumento fascinante, y esperamos que te haya inspirado a encontrar su propia manera de escuchar y comprender el mundo que habitas. En una cultura con el monopolio sensorial en lo visual, este proyecto es un gran recordatorio de lo poderosos que pueden ser otros estímulos, el sonido y la música, en la búsqueda de un significado en lo que a menudo parece encontrarse sumergido en el caos.
Fuente: Perfect Circuit – SIGNAL
Artículo original traducido y adaptado a Audiomáquinas