Audiomáquinas

Creadores sonoros: Paul Demarinis

Paul Demarinis es un artista de sound art (arte auditivo, una forma de arte contemporáneo enfocado en la estimulación auditiva); es también computer artist (un rol multifuncional con relación a habilidades de diseño gráfico, comunicación, tecnología, entre otras); además, es docente que imparte sus cursos en la universidad de Stanford, California.

Inventor de esculturas de sonido digital desde 1970, pionero del sound art, busca generar una experiencia auditiva con el empleo de sonidos tecnológicos. Los artistas del género requieren de ambientes diseñados a la medida y perfectamente controlados, por lo que los diseños únicos de las máquinas forman parte importante del espectáculo, ya que generan que la experiencia se sienta aún más exclusiva, por no poder ser repetida ni ejecutada en cualquier sitio. Con su ambiente controlado, el músico esculpe sus piedras hasta moldear una forma digital insólita. Por ende, Paul es un artista conceptual de arte moderno.

Investigador académico sobre:

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De sus obras de arte, hay algunas públicas que incluyen instalaciones interactivas a gran escala. La más conocida, quizá, sea “The Edison Effect” (El efecto Edison), la cual utiliza la óptica y las computadoras para producir nuevos sonidos, escaneando con láser discos fonográficos antiguos.

Es pionero en utilizar computadoras durante una presentación en vivo. Ha pisado diferentes escenarios a nivel internacional, algunos de ellos son “The Kitchen”, “El festival autónomo de París”, “Het Apollohuis” en Holanda y el Ars Electronica en Linz, Austria. Ha creado música para Merce Cunningham Dance Co. 

En el video siguiente, se aprecia a dos pequeños trotamundos espaciales, diseñados con partes de Lego, que vagan por una superficie lunar fosforescente, dejando a su paso un rastro luminoso por donde quiera que transite. La melodía que acompaña la travesía evoca a sonidos extraterrestres, ocasionalmente interrumpidos (o, quizá, alternados) con sonidos semejantes a silbidos simples y con risitas estremecedoras.

 

En su ambiente nocturno, cual si de un bosque donde habitan luciérnagas con un verde resplandor se tratara, los apenas visibles exploradores lunares andan errabundos, extraviados. ¿Son sus voces las que suenan? ¿Divertidos, se ríen y juguetean en el negro abismo? ¿O son, tal vez, las víctimas desahuciadas, acechadas por un ignoto y temible alien, un otro, dispuesto a raptarlos?